Gracias a los fósiles de cráneo que se han encontrado del “Metriorhynchus” casamiquelai, paleontólogos han podido estudiar sus dientes, que estaban bien separados, eran relativamente simples y terminados en punta. Si bien se parecen a los de un cocodrilo actual, los dientes de esta especie extinta no son tan afilados, tienen bordes lisos sin aserrar y sin cresta longitudinal. 

Este tipo de dientes estaban bien adaptados para perforar su alimento, pero no para desgarrarlo.

Su hocico era más corto que el de otras especies similares, pero gracias a eso su mordida era mucho más fuerte que la de sus pares con hocicos alargados, pudiendo soportar presiones intermedias al morder. Esto les permitía atravesar fácilmente presas blandas y otras relativamente duras, dándoles acceso a una dieta más diversa que la de otras especies, alimentándose de peces, calamares extintos llamados belemnites y algunas presas más grandes, incluyendo otros reptiles marinos.

Con base en los fósiles descubiertos para el jurásico medio de Antofagasta, “Metriorhynchus” casamiquelai es considerado un “depredador tope”, ya que se trata de un carnívoro capaz de comerse a otros carnívoros y podía cazar en diferentes niveles de la red alimenticia. Esto no significa que no pudiera existir alguna otra criatura que lo caza a él, aunque de momento solo tenemos evidencia de depredadores más grandes en la región recién en el Jurásico tardío, varios millones de años después, cuando se observa una mayor diversidad de ictiosaurios, plesiosaurios y pliosaurios.