Para las culturas andinas, el metal surgido de las profundidades de la tierra era la mayor de las riquezas, se consideraba un elemento animado por la naturaleza y que permitía el sustento mismo de la vida. Tan vitales eran los minerales que se cosechaban y cuidaban con sumo cuidado, como si se tratara de cultivos.

Los yacimientos y las incipientes minas eran valoradas por los antepasados como montañas sagradas de extremo poder: los mineros atacameños que pisaron esta tierra hace mucho tiempo ya sabían extraer el cobre, lo conducían a sus hornos y con la ayuda del viento elevaban las brasas para fundirlo y transformarlo en herramientas, utensilios y, también, en arte.

Chile es y siempre ha sido un país minero. Lo que se esconde bajo tierra tiene un valor inconmensurable: prueba de ello es la falla de Domeyko, donde se ubican muchas de las riquezas de nuestro planeta. ¿Un ejemplo? Entre los cerros Colorado Grande y Chico de la Región de Antofagasta está el yacimiento de cobre más grande del mundo: Escondida.

Los yacimientos de cobre se formaron en Chile hace unos 35 millones de años, época geológica en la que surgieron algunas de las cordilleras más importantes del mundo. 

Para formarse, los yacimientos minerales necesitan que converjan una serie de factores únicos. La gran mayoría de los metales se encuentra en minerales que se formaron en complejos procesos geológicos durante un periodo de tiempo muy largo. 

El planeta Tierra difiere de sus vecinos por una serie de particularidades, entre ellas, el tener una litósfera activa con placas en movimiento, así como poseer enormes volúmenes de agua. Placas, agua y energía son los tres ingredientes fundamentales que han permitido la concentración de los elementos químicos, dando lugar a numerosos tipos de minerales tales, como el cobre.

¿Te suena que Chile sea un país sísmico? Eso tiene mucho que ver con nuestra minería, porque la tierra está compuesta por un número de placas que interactúan entre sí en colisiones, separaciones o deslizándose la una contra la otra. En los lugares donde estas capas convergen entre sí ocurre el proceso de la subducción, es decir, la placa oceánica es empujada bajo la placa continental.  

Cuando la placa subducida se calienta, se derrite parcialmente y el agua residual ayuda que elementos más ligeros se derritan y floten a la superficie creando montañas llamadas arcos volcánicos (el de nosotros se llama arco volcánico continental). 

Los yacimientos de pórfidos cupríferos -es decir, grandes depósitos minerales- se forman durante este proceso. Cámaras magmáticas emergen e intrusiones y fluidos porfídicos surgen a través de fisuras en la roca para formar acumulaciones mineralizadas.

El yacimiento de Escondida | BHP se encuentra en una zona privilegiada, ya que cuenta con minerales beneficiados por un proceso llamado “enriquecimiento supérgeno”. Este proceso ocurre por una serie de factores geológicos y ambientales en el cual la oxidación cerca de la superficie producida por precipitaciones meteóricas produce una solución ácida que lixivia metales secundarios transportándolos a mayores profundidades: allí enriquecen a minerales primarios presentes previamente. 

Escondida, como un oculto secreto, durmió en las entrañas del Desierto de Atacama durante millones de años, hasta que la Minera Utah, antecesora de BHP, evaluó las condiciones para una exploración geológica en esta zona. En 1978 Utah International y Getty Minerals emprendieron una exploración de recónditos depósitos en el norte de Chile.

Las exploraciones abarcaron inicialmente desde la Quebrada de Camarones por el norte, en la zona de Arica, hasta las cercanías de Vallenar, por el sur. En forma simultánea, entre Calama e Inca de Oro se desarrolló un extenso programa de solicitudes de concesiones mineras de explotación. Una de ellas cubría el área de los cerros Colorado Grande y Chico y la zona de Estación Zaldívar del ferrocarril de Antofagasta-Salta.

El “Proyecto de Exploración Atacama” fue dirigido por el geólogo estadounidense David Lowell junto con su colega chileno Francisco Javier Ortiz. 

En base al mapa geológico de reconocimiento, se proyectaron cinco sondajes espaciados a un kilómetro entre sí, en el llano Zaldívar, ubicado originalmente entre los cerros "Colorados" (Colorado Chico y Colorado Grande), y el cerro Zaldívar. Esos cinco sondajes tuvieron resultado negativo, pero durante la tarde de marzo de 1981, una sexta perforación ubicada en la ladera norte de dicha área confirmó la existencia de un importante horizonte de sulfuros de cobre enriquecidos, lo cual condujo al descubrimiento de lo que hoy conocemos como Escondida. 

Tras el hallazgo, los gritos y los abrazos en medio del desierto fueron la primera celebración. Y así fue, porque a 40 metros más de profundidad, a los 240 en total, dormía Escondida.